CONCLUSIÓN |
Ahora ya
habéis descubierto los secretos de la
publicidad: tener recursos para atraer
la atención del espectador y seducirlo (o mejor aún) convencerlo. Como habréis
observado eso de por sí no es ni bueno ni malo: depende de si la información
es veraz o no, de si los valores que transmitimos son socialmente aceptados o
transgresores, etc. Ahora sí, como consumidores, nos conviene estar atentos y
analizarla bien para que no nos seduzcan ingenuamente sus trucos. Y como
expertos publicistas, ¿nos atrevemos a dar
el salto al mundo real? Si hemos conseguido una propuesta brillante (el cliente no se conforma con menos) podemos
intentar llevarla a cabo… ¡Ya tenemos la idea para el próximo
proyecto! ¿Un video, pancartas, un cartel, la revista de centro,
intervenciones en radio…? La lista es infinita; el límite: vuestra
imaginación. ¡Hasta pronto!
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